Lenguaje y tierra en un relato de Eugenio Tiselli

El relato del escritor, programador, artista e investigador mexicano Eugenio Tiselli forma parte del libro En una orilla brumosa, publicado por la editorial queretana Gris Tormenta.

Los textos comisionados atendieron a la convocatoria de escribir un ensayo especulativo sobre

“cómo serán las relaciones […] subjetivas, políticas, climáticas o estéticas entre las artes visuales y la literatura en el futuro […]”

El llamado de Verónica Gerber dio como resultado la serie de ensayos y relatos que piensan esas formas del lenguaje, de la mano de: Hito Steyer, Cecilia Miranda, Mario Montalbetti, Alicia Kopf, Ariel Guzik, Stanisław Lem, Eugenio Tiselli, Olivia Teroba, Redes Comunales Mixes con Yásnaya Aguilar Gil, Maria Fusco, Daniela Franco, Juán Cárdenas y Ursula K. Le Guin. Con los nombres nos hacemos una idea de la diversidad de propuestas y cuestionamientos, por eso resulta ser un libro provocador, además de que, como en el texto de Tiselli, se logra desestabilizar algunas ideas sobre la idea de autoría, el lenguaje, el presente, las tecnologías, la Tierra y otros temas. Entre las secciones del libro está ‘Migrantes’, de la que forma parte “Fragmento de la grabación…”, junto con un ensayo autobiográfico de Teroba.

Tres migrantes tienen una conversación en un campamento, es 2257 en algún lugar desconocido y están esperando señales de vida de alguien que ha partido al norte magnético de la Tierra. Allá, si todo ha salido bien, podrán tener un hogar: una tierra para cultivar y palabras para nombrar lo nuevo por venir. Esas voces no saben si los habitantes de las ciudades ya desaparecieron por completo. Pocas son las certezas: ya no hay campo, los agrobots los acabaron, las ciudades se consumieron vorazmente y, así, poco a poco, el lenguaje se rompió. Se han acabado los nombres y ellxs quieren encontrarlos de nuevo.

El relato, de tonos post-apocalípticos, posee rasgos de la mejor ficción especulativa: el diálogo con los clásicos (hay resonancias de Ursula K. Le Guin y su El nombre del mundo es bosque); los opuestos que en su lucha devoran la existencia; una población (animales humanos y no humanos) desposeída de sus entornos y la implementación de elementos contemporáneos lanzados al tiempo que está por venir. Todo está trenzado en un solo diálogo transcrito y anotado por un tal Eugenio Tiselli. Sin ser un cuento ni tampoco un ensayo, “Fragmento de la grabación…” discute, a su manera, la extinción de la vida en la Tierra a causa de un consumismo insaciable que derivó en la pérdida del lenguaje. Y este es el punto que concentra lo más potente del texto porque nos empuja a preguntas, debates y realidades (a extinciones que ocurren día a día): ¿acaso habitar el mundo, vivir plenamente en él, no es tener un lenguaje propio y en común?, ¿el lenguaje se hace de otra cosa que no sea la vida?, ¿qué lenguas están desapareciendo, son amenazadas, por la pérdida de la forma de vida de sus hablantes?, ¿sin sus hablantes qué es una lengua?

Dice V1:

“Nosotros sabemos que un río tiene muchos nombres, y que todos ellos son verdaderos. El río que nace tiene un nombre. Cada recodo del río tiene su nombre. Los lugares donde el agua se vuelve turbia o cristalina tienen, cada uno, sus nombres. El río es muchos ríos porque está vivo, y cada una de sus vidas tiene un nombre que es verdadero. Un nombre que resuena con su espíritu. Hay que saber que las cosas son diferentes entre sí, y que cada una tiene su espíritu. Hay que saber esa diferencia para vivir bien, para no encerrar las cosas dentro de palabras, ni encerrar palabras dentro de las cosas. El lenguaje es la resonancia con el espíritu de cada cosa. Encontrar los nombres que resuenan no es fácil, nunca. Y ahora es más difícil todavía, porque los ríos donde nacieron las bisabuelas ya están muertos. Estamos des­terrados, pues. Pero estamos buscando la tierra.”

Una se pregunta, en serio, si eso ya está ocurriendo. En enero de este 2023, falleció en Conambo (Pastaza, Ecuador) Alberto Ushigua, uno de los últimos ancianos sapara-hablantes del mundo; ‘la lengua de los sueños’, como lo han mencionado algunxs antropológxs. ¿Qué lianas, qué insectos, qué manera de caminar y pensar se está yendo con lxs sapara-hablantes? Es importante no descuidar estas preguntas. Pero, regresando al relato, como trasluce el breve parlamento de V1, el discurso de las voces por momentos muestran una fuerza lírica que conmueve al leerlas. Entonces, no solo se trata de las imágenes catastróficas que asedian nuestro presente, sino incluso de la pérdida de la belleza, la pérdida de la inteligencia, la degradación de la vida y la distancia insalvable que nos deja la ruptura de las lenguas y sus mundos. ¿Cómo se llega a eso? En la transcripción surge una posible respuesta: dos visiones del mundo se enfrentaron en vez de integrarse, así cada una buscó enarbolarse como pensamiento único, con su consecuente autoritarismo (que compartimenta el mundo en pedazos incomunicados y desintegrados, la idea de hacer de todo un producto). Debates del presente, del pasado y de un tiempo desconocido rondan la conversación de las voces.

La economía recursiva de “Fragmento de la grabación…” expande nuestra inquietudes y nos pone, en tanto lectores, en el lugar de la escucha atenta —habilitada por la descripción—. No debería sorprendernos que un relato así esté entre otros textos especulativos (por cierto, tan valiosos como el de Tiselli) que se inclinan por el ensayo y que, incluso, se valga de notas al pie para dar contexto a la conversación (estrategia narrativa acertada que le da tono de objetividad científica o de edición crítica, como si estuviésemos frente a un documento histórico). Una vez más un texto de ficción especulativa nos coloca de lleno en nuestros días para re-encontrar los nombres que necesitamos y acompañar a lxs caminantes que traerán las noticias de la tierra.


Gabriela Toro Aguilar

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